Por Luis Torres Píñar | Soy consciente que el COVID-19, es un tema ya muy manido, pero no por eso se deben pasar por alto, acciones y circunstancias que atañen a la vida en general de todos los ciudadanos españoles. España necesita más que nunca un gobierno de concentración.
Estoy convencido que esta virulenta «guerra», está suponiendo un ensayo internacional para valorar el comportamiento político y social, la repercusión económica y medio ambiental, en general comprobar cuál es la respuesta en todos los aspectos y sectores.
«El Gobierno se jactaba el 24 de febrero que tenía «mecanismos suficientes» para frenar el coronavirus»
El hecho que se trate de una posible acción conjunta entre aquellos que mandan y los que gobiernan en el mundo, deja en fuera de juego al gobierno mindundi que nos ha tocado en la lotería de las urnas que supone nuestra Ley Electoral, aliada con la ignorancia conseguida por la incultura impartida en nuestras aulas, desde hace más de treinta años. Esto es, considero que no se contó con nuestro gobierno por razones de confianza y falta de aptitud a todos los niveles.
¿Qué hacía nuestro gobierno mientras se extendía el COVID-19?
Desde luego nada productivo y menos aún, beneficioso para la sociedad. Se repartían cargos, preparaban los contactos con los secesionistas, aceptaban los chantajes nacionalistas vascos, cambiaban gobiernos en comunidades para entregárselos a los asesinos de ETA y como no, declaraciones, muchas declaraciones cargadas de propaganda, autobombo y prepotentes.
El día 24 de febrero, el «doctor plagio» emulando a su predecesor socialista —Zapatero—, declaraba ante la opinión pública, que España contaba con los mecanismos suficientes para afrontar el coronavirus.
Solo le faltó decir aquello de: «Estamos en la Champions League».
Éste gobierno ha dado ya suficientes muestras de su incapacidad para afrontar la grave situación en la que nos han metido, ciertamente no se sabe quién, pero no es una casualidad.
Volamos en un avión sin piloto. Necesitamos un gobierno de concentración
La actuación repetida de su ineptitud declarada, —no se trata de la que puede cometer un pizzero entregando el pedido al vecino —, es…algo más grave. Por eso no entiendo cómo es posible que todavía no se haya denunciado ante la Fiscalía al Presidente y su gobierno por dejación de funciones e incluso inducción por permitir una manifestación masiva, tan solo unas horas antes de limitar el número de personas en reuniones.
Entiendo que es hora de sumar, pero no en el caso que nos ocupa. La situación es límite y España necesita un líder capaz de asumir las decisiones precisas sin atender criterios partidistas, regionalistas e intereses espurios innombrables.
El gobierno de España no es el responsable de la aparición del coronavirus, pero sí lo es del masivo contagio entre la población por no tomar las medidas previas a lo que se sabía se iba a producir.
Y lo realmente malo está por llegar, cuando termine la alarma sanitaria quedará otra quizá peor, una economía paupérrima que estará presidida por un gobierno incapacitado para conducir la reconstrucción de todo el tejido industrial destruido por la paralización.
Un presidente que vive del marketing y el autobombo
Continuar manteniendo un inútil como presidente del Gobierno, que se muestra públicamente para decirnos lo agradecidos que tenemos que estar por su gestión, es alimentar al monstruo que terminará con nuestro estado de derecho y por supuesto del bienestar: «…debemos estar orgullosos de nuestros servidores públicos»
A un Presidente que se le debe recordar que los transportistas, empleados de supermercados, sanitarios del sector privado, como industriales y empleados, incluso particulares que están confeccionando mascarillas en sus domicilios u otras labores sociales, no son servidores públicos, es sencillamente un despreciable personaje que ocupa un cargo sin estar preparado para ello.
La única salida es un gobierno de concentración
Mejor hubiera sido que su presencia ante los españoles, hubiera sido para anunciar su inmediata dimisión junto con todo su gobierno, por su demostrada incapacidad, y dejar que sea un gobierno de concentración quien se encargue de ello.
Escritor.