Independentistas cortando la Junquera. Barcelona Hoy.
Independentistas cortando la Junquera.

Barcelona Hoy | Cuando estamos viendo cortada la autopista de La Junquera, cuando tenemos las algaradas en las calles y se aporta el ridículo argumento, por parte de los dirigentes independentistas, que eso es derecho de manifestación y de expresión, solo nos podemos sentir alarmados.


Nuestro marino sigue preocupado con el sesgo independentista. Después de sorber café nos espetó:

—Cada día estoy más sorprendido con todo lo que está pasando. Los supuestos «pacíficos» cada día demuestran que se les puede calificar de todo, menos de pacíficos. Están empezando a ser muy violentos, incluso algunos actos rozan el terrorismo. Los gobernantes que tienen encomendadas las funciones de mantener el orden miran para otro lado con la excusa de que respetan el derecho de manifestación. Los actos vandálicos no están recogidos en el derecho de expresión y manifestación. Lo único que demuestran estos dirigentes es que son cómplices de esos delincuentes. Aunque lo que más me sorprende es que todos se creen que sus peticiones no tienen límites y que el resto del mundo tiene que acatar sus deseos, culpan a los demás de todo lo que ocurre y aportan muy pocas alternativas para solucionar el problema. Estos bárbaros delincuentes solo se les ocurre un eslogan tan peligroso como: «independencia o barbarie». Estoy sorprendido con tanta irracionalidad, prepotencia y supremacía. Esto es pueril, son como niños.

Afirmando con la cabeza nuestra joven amiga comentó:

—Realmente es lo que son, tantos los manifestantes como los dirigentes independentistas, niños y malcriados. Si te enumero una serie de síntomas me gustaría que me comentases si los identificas con lo que está pasando:

«Sentido exagerado de lo que les corresponde y esperan que los que están a su alrededor se lo proporcionen»

«Baja tolerancia a la incomodidad, especialmente si es causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento, o la negación de lo que han pedido; entonces, la expresan con rabietas, ataques de ira, insultos o violencia»

«Buscan las justificaciones de sus conductas en el exterior y culpan a los demás de lo que hacen, por tanto, esperan que sean los otros quienes les solucionen sus problemas»

«Están muy centrados en sí mismos y creen que son el centro del mundo»

—Estoy totalmente de acuerdo —comenta el marino— esto define bien lo que está ocurriendo.

Nuestra profesora se ríe y comenta:

—Estoy describiendo algunos de los síntomas con los que los psicólogos y psiquiatras definen el «síndrome del emperador» el trastorno que sufren los niños tiranos y caprichosos que se creen con derecho a todo. Aunque te puedo añadir más síntomas al respecto:

«Piden hasta el extremo de la exigencia. Una vez conseguido, muestran su insatisfacción y vuelven a querer más cosas»

«Les cuesta sentir culpa o remordimiento por sus conductas»

«Exigen atención, no sólo de sus padres, sino de todo su entorno. Y cuanto más se les da, más reclaman»

El marino perplejo comenta:

—Es lamentable, pero cierto, estamos ante unos niños malcriados y tiranos, con actuaciones inmaduras y que se creen que son eso, emperadores.

Parecía que nuestra profesora no había acabado:

—Los síntomas y el paralelismo no acaban ahí, puedo enumerarte unos cuantos trastornos más.

«No pueden, o no quieren, ver la manera en que sus conductas afectan a los demás por lo que, muchos de ellos, carecen de empatía»


«Presentan escasos recursos para la solución de problemas o afrontar experiencias negativas»

«Discuten las normas con sus padres a quienes consideran injustos, malos, etc. Pero comportarse así, les compensa ya que, ante el sentimiento de culpa inducido, los padres ceden y otorgan más privilegios»

El marino exclamó:

—No podría estar mejor definido, y en cuanto a ceder, posiblemente ahí está alguna de las claves. Se les ha transferido todo, se les ha ido otorgando más y más privilegios que, lejos de satisfacer sus expectativas, han hecho que su insatisfacción y peticiones vayan en aumento. Así, con niños tiranos y padres cobardes, hemos desembocado en este estado de cosas. Se han ido sobrepasando todos los límites sin que se pusiera coto a sus reiterados incumplimientos de las leyes.

Remató la profesora:

—El peligro está, según afirman los psiquiatras, que si ese trastorno no se ataja a tiempo, que si no se ponen los remedios terapéuticos oportunos a tiempo, luego es muy difícil destronar a esos emperadores. ¿Se parece en algo a lo que está ocurriendo en las calles, en las carreteras o en la política independentista?

Concluyó el marino:

— Estos independentistas están de psiquiatra. Ya dijimos que Torra es un mitómano, si le sumamos a su esperpéntico gobierno estas muestras de inmadurez y ese trastorno del «niño tirano». Posiblemente el puesto de este «emperador» en lugar del Palau de la Generalitat, sea el frenopático. Nos levantamos de la mesa, caminamos pensando que las afirmaciones del marino eran graves, pero entendimos que ante su desazón posiblemente haya pocas alternativas de pensamiento.

1 COMENTARIO

  1. Para la burguesía catalana. Cuanto peor mejor. Para el resto del pueblo, incluido el catalán, los ERES y el paro están a la orden del día.

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