Ser padre no es una tarea sencilla. Además de asumir una serie de importantísimas responsabilidades para con los hijos, hay que empezar a aprender a cuidar de otra persona que depende por completo de nosotros. Es necesario dar lo mejor de nosotros mismos en todo momento y, sobre todo, saber inculcar los valores adecuados a esa personita que está creciendo.
Hay en concreto un elemento en el que muchos padres fallan y que, según explica la experta Susana del Corral, es clave a la hora de determinar el desarrollo y comportamiento de un hijo: la comunicación.
La comunicación entre padres e hijos debe ser sólida, fluida y construida en torno a un ámbito de confianza y respeto. Sí, se debe establecer cierta autoridad, pero esta no puede ser opresora ni excesiva. Hay límites que marcar en ambos frentes, y para ello lo mejor es saber qué se debe evitar para tener una buena comunicación entre progenitores e hijos.
Lo que no debes hacer para comunicarte con tus hijos
Precisamente esta comunicación entre padres e hijos es uno de los aspectos que más trata esta especialista, Susana del Corral, en su centro de psicología en Barcelona. Para ello, se trabajan ciertas técnicas que ayudan a los padres a entender mejor las diferentes situaciones por las que pasan sus hijos, sobre todo en las edades más complicadas.
Porque no dejamos de hablar de personas que se están formando, con personalidades que se desarrollan y que, aun con eso, necesitan de alguien que les ayude a ir creciendo y formándose. Como decíamos, ser padre es una responsabilidad enorme, y una que implica evitar estos errores que vamos a detallar:
Controlar en exceso
A veces se hace sin mala intención, pero las constantes preguntas sobre dónde se está, con quién se va o qué se está haciendo son pequeñas gotas de control que pueden minar al retoño. De hecho, precisamente por ellas el hijo al volver a casa puede mostrarse mucho menos abierto a contar qué tal le ha ido y cómo se encuentra.
Se siente coartado por el control, por esa constante necesidad de saber. Y sí, a veces resulta inevitable, pero se puede evitar. Apretar hace que la situación explote y los hijos quieran descontrolarse para tratar de equilibrar la balanza. Eso es justo lo que se quiere evitar, y es tan sencillo como demostrar confianza. ¿Preguntas cuando se sale? Sí, las justas.
Castigos físicos
Evita por completo los castigos físicos, y más en la adolescencia. Recurrir a ellos es romper considerablemente la autoestima de tu hijo y, sobre todo, hacer que la confianza y comunicación se resquebrajen.
Aboga por las limitaciones como consecuencia a actos que las merezcan. El diálogo es la clave para analizar dónde está el problema, explicar sus consecuencias y por qué precisamente es algo que no debe hacerse. El hijo debe entender lo que está bien y lo que está mal, cuáles son las normas y por qué deben respetarse. Y para eso no hay nada mejor que la palabra.
Crítica constante
A nadie le gusta que señalen una y otra vez sus errores. Por eso, la constante crítica se debe evitar al igual que los castigos físicos. Los hijos deben sentirse aceptados y arropados, y criticar consigue el efecto contrario.
Ni que decir tiene que eso daña su confianza y, por otra parte, también dificulta la comunicación entre ambas partes. Existen muchas formas de tratar algo que está mal, como ya hemos mencionado. Aprovecha esas herramientas para sacar siempre algo positivo de cada conversación con tus retoños.
Desentenderte de sus emociones
Los hijos no pueden reprimir lo que sienten, y eso es lo que lleva a que, en ocasiones, tengan “cara larga” o no se encuentren de humor. Afrontar esas situaciones con rechazo en lugar de con empatía es un error de lo más extendido, y uno de los más graves tanto para la comunicación como para la relación progenitor-hijo.
Entiende por qué se encuentra así, escucha, atiende y reacciona consecuentemente. Puede que su problema no sea para tanto, o sí, pero nunca debes menospreciarlo y mucho menos desentenderte de ello.
Los monólogos
No hay nada peor que no dejar a una persona expresarse, y eso es lo que suele pasar cuando un padre procede a lanzar todo un monólogo a sus hijos. Sobre todo, cuando es a raíz de un problema de estos.
La base de toda comunicación fluida es que las partes implicadas tengan un cruce de ideas, que las palabras fluyan. Si es solo una parte la que se expresa y no deja a la otra hacerlo, la está limitando y llegará un punto en el que esta dejará de tener interés por expresarse, ya que sabe que, cuando lo haga, procederá a escuchar sin poder reaccionar.
Estos son de los errores más habituales en la comunicación padre-hijo. Tenlos en cuenta y reflexiona en caso de que alguno te resulte familiar.