Hace 2500 años, mucho antes de la llegada del cristianismo, incluso mucho antes de que ningún romano pusiera un pie en la península, ya existían elaboradas creencias rituales. Hoy vamos a hablar no de cómo vivían los iberos, sino de cómo morían, y concretamente nos centraremos en los poblados iberos del territorio que actualmente forma Cataluña:
Los poblados iberos en Cataluña
Las necrópolis excavadas muestran que los iberos en Cataluña, como en el resto de España, quemaban a sus muertos y depositaban las cenizas directamente en el suelo dentro de una urna o jarra de cerámica. Son pocas las que se han podido excavar de manera científica ya que en gran número fueron destruidas por los trabajos agrícolas; además, nunca tenemos la asociación de la necrópolis con su poblado correspondiente, lo que sería muy provechoso para la investigación, por su carácter complementario. En muchos casos las incineraciones masculinas van acompañadas de las armas personales, tales como espadas, cascos, corazas, lanzas o escudos.
Este ritual era una herencia de los pueblos llegados a final del segundo milenio, los indoeuropeos, que fueron una de las aportaciones esenciales para la formación de la civilización ibérica.
Lo mismo podríamos decir con respecto al mundo de las creencias. Hallazgos como los cráneos enclavados de Ullastret demuestran que estas aportaciones culturales por parte de la gente del otro lado de los Pirineos fueron mucho más importantes que lo que se pensaba hasta hace poco años. A su lado, los pueblos navegantes mediterráneos también llevaron sus ideas y creencias e influyeron en la formación de la religión ibérica.
Dioses y diosas iberas
La esencia de Artemis, principio de la fecundidad, la diosa madre dadora de vida, podía haber existido también entre los indígenas con anterioridad a la llegada de los griegos, dada su presencia en todas las civilizaciones desde el neolítico. El carácter popular y la rápida asimilación de este culto se demuestra por los numerosos hallazgos en los poblados más especializados en el comercio internacional de quemadores de perfume de barro, en forma de busto de Deméter, la diosa de los cereales y de la procreación en general.
Es posible que los cuernos de ciervo encontradas en un silo cercana al área sacra de Ullastret pueda significar que alguno de los templos de la acrópolis del poblado fuera dedicado a Artemis, diosa que tenía el animal como tótem asociado.
No extraña nada este hecho en un poblado indigeta tan helenizado como Ullastret, centro de redistribución por todo el Baix Empordà de los productos coloniales llegados a Empúries, la colonia por donde este culto a Artemis había llegado a la península, tal como nos dice el geógrafo griego Estrabón.
Si nos referimos a los púnicos, las figuritas del semidiós Bes, protector del hogar y del matrimonio, son una buena muestra del carácter universal de estos principios. Así pues, como en los demás aspectos de su cultura, la religión y el pensamiento ibérico destacan también por su carácter sincrético.
Creencias de las tribus iberas del territorio catalán
En cuanto a las creencias de las tribus del territorio catalán, los laietanos de los poblados de La Peña del Moro, en Sant Just Desvern, del Cerro de Can Oliver, en Cerdanyola o los de Calafell, enterraban un cabrito o una oveja, algunas veces sólo el cráneo y las patas del animal, bajo el suelo de algunas habitaciones; se considera que se trata de sacrificios fundacionales con motivo del levantamiento de una nueva vivienda.
En estos mismos poblados también se han encontrado huevos en el enlucido de las paredes de alguna casa o, sobre todo, en las necrópolis, a veces en gran cantidad. Esto venía motivado por el principio de vida que contienen y que ha hecho que siempre, hasta nuestros días, se les haya considerado símbolos de fecundidad y de vida eterna, por lo que seguimos haciendo de ellos hasta el presente la «entrada de la primavera» (es el mismo significado que nuestros huevos de Pascua).
Enterramientos infantiles en los poblados iberos de Cataluña
Pero el ritual más interesante que se produce en estos poblados es el de los enterramientos infantiles bajo el suelo de las casas. Muy extendido en el Mediterráneo hasta tiempos recientes, era una costumbre heredado de Oriente Próximo antiguo, y estas inhumaciones de niños pueden haber llegado a las costas catalanas tanto a través de los comerciantes fenicios como de los griegos.
En cambio, una tradición de origen continental, claramente celta, es la del culto al cráneo, bien documentada entre los indigetas del Empordà. La decapitación y posterior empalamiento con largos clavos de hierro de cráneos masculinos, tal vez enemigos, asociados en algún caso a edificios culturales, debía ir acompañada de algún tipo de ritual. Algo que con el pasar de los siglos ya nunca veríamos en las ciudades romanas en España.
La verdad es que es genial ver la existencia de estos poblados íberos y su forma de tratar la muerte.
Se de en muchos que se han encontrado enterrados junto a perros y la verdad es que se demuestra que había gente que ya tenía amor por estos animales.