El Museu d’Història de Barcelona abrió hace unos pocos años la Domus Avinyó, un pequeño recinto situado en los bajos de unas dependencias municipales de la calle de Avinyó 15, que permite a los visitantes de hoy conocer un poco más cómo era la vida de los barceloneses de hace 2.000 años. Hoy te hablaremos del mejor museo de Barcelona para ver la Barcino romana, donde quedará demostrado que esta era una de las mejores ciudades romanas en España.
El mejor museo para ver la Barcelona romana
La Domus Avinyó (c/ Avinyó 15), tiene restos de tres habitaciones de la época romana. La muestra es muy breve, pero está cuidada hasta el extremo: El uso de la iluminación, los efectos sonoros y un audiovisual realizado por Wasabi Producciones hacen que los hallazgos y la restauración de esta vivienda señorial del siglo I d. C. sean mucho más comprensibles y atractivas para el público.
¿Dónde está la Domus Avinyó?
Es recomendable ir bajando la calle de Avinyó desde la calle de Ferran en dirección al mar, para que, de este modo, se pueda percibir mejor la curva que hace la calle. Precisamente por aquí pasaba la muralla suroeste de la Barcino romana, que se disponía en diagonal para ir a encontrar la Puerta de Mar, justo al lado de las termas portuarias.
La ciudad de aquel tiempo era pequeña, apenas 12 hectáreas muy bien fortificadas y con un buen número de viviendas acomodadas, algunas de ellas propiedad de esclavos libertos.
La Colonia Iulia Augusta Fauentia Paterna Barcino, -este era su nombre completo- se levantaba desde hacía poco tiempo cuando se construyó esta casa: Augusto la había fundado en el año 10 a. C., no muy lejos de Montjuïc, la montaña que los iberos layetanos ocupaban desde hacía siglos.
¿Cómo es la calle hoy y cómo era en tiempos de los romanos?
En la actualidad, en el flanco izquierdo de la calle Avinyó se puede ver una alpargatería y El Gran Café justo por donde la muralla cerraba la ciudad hace veinte siglos. En este punto, hoy se atraviesa la Bajada de San Miguel, la que hace un tiempo fue un cardo minor y, junto a un supermercado, se encuentra la antigua sede del departamento de Hacienda del Ayuntamiento, que actualmente está ocupada por el Observatorio Internacional de la Democracia Participativa y otros organismos municipales.
Este edificio se rehabilitó en 2004 y, si bien es cierto que cualquier arquitecto sabe que en el barrio Gótico de Barcelona es más que probable que se encuentren restos arqueológicos al iniciar obras, nadie se esperaba que fuera un hallazgo tan valioso para el Museu d’Història de Barcelona.
Se localizaron importantes fragmentos del lienzo de muralla y de una de las torres, así como también el interuallum – el camino de ronda de 7 metros que daba la vuelta a la ciudad por el interior de la muralla- y finalmente los mosaicos, las majestuosas pinturas murales y parte de las paredes de una domus de dimensiones considerables.
Los trabajos de rehabilitación de la domus romana
Los trabajos para habilitar el espacio y para restaurar todos los elementos se han alargado varios años. Durante este tiempo, la arqueóloga Adriana Vilardell hizo la excavación, y la arqueóloga Ada Cortés avanzó en prensa especializada que la Domus Avinyó «podrían ser unos de los restos domésticos más antiguos de la ciudad».
La especialista de la Universidad de Murcia Alicia Fernández se dedicó a estudiar la pieza estrella de este yacimiento: una pintura mural de unos cinco metros de largo por dos de ancho que se encontraba en el techo del cubículo, es decir, en la sala donde el pater familias -el señor de la domus- guardaba sus documentos y recibía las visitas.
Pintura romana de estilo pompeyano en Barcelona
«Se trata de una de las decoraciones más interesantes de la Hispania romana, no sólo por la calidad técnica y compositiva, sino por la presencia de una moda decorativa, la del IV estilo pompeyano y el estilo provinciano que hasta ahora no estaba documentada en Barcelona». Así lo afirmaban la misma Alicia Fernández y la restauradora del mural, Lidia Font, en un boletín del Museo de Historia de Barcelona.
Para presentar esta pintura al público el Museu d’Història de Barcelona ha reunido miles de pedazos de pintura y los ha puesto como si de un rompecabezas se tratara. El resultado: un mosaico fragmentario muy grande con motivos vegetales y geométricos de tonos terrosos y verdes que hacen concentrar la mirada en un rombo.
En su interior, el visitante puede intuir la figura de un joven con gorro frigio, sandalias y una capa rojiza. Tras él una águila está a punto de alcanzarlo para llevárselo volando por los aires.
El rapto de Ganímedes
La pintura representa una escena mitológica muy antigua: el rapto de Ganimedes que se relata en el himno homérico a Afrodita y que, más tarde, Ovidio recreó en sus Metamorfosis. Según estos textos, Zeus se enamora del joven príncipe troyano, de belleza inigualable, y para capturarlo en lo alto del monte Ida, se convirtió en una águila. Una vez secuestrado y llevado hacia el Olimpo, el soberano de los inmortales hizo de Ganimedes su amante y le encomendó que sirviera la ambrosía y el néctar al resto de dioses.
La responsable del Plan Barcino, Carmen Miró, ha explicado en varias ocasiones que la aparición del rapto de Ganimedes en el mural del techo de la Domus Avinyó es un símbolo claro del amor homosexual y de libertad.
¿Quién vivió en la Domus Avinyó?
Esta decoración tan delicada hace que el visitante se pregunte quién fueron los habitantes de esta casa, quien encargó las pinturas, quien realizarlas. A propósito de los propietarios de esta casa, se han formulado diversas hipótesis. Una de ellas es que uno de ellos podría decirse Licinio Segundo, porque se encontró un grafiti con este nombre en la fachada de la casa. De lo que parece que no tenemos ninguna duda es que se trataba de un personaje adinerado y de gustos estéticos refinados.
En la exposición, también se pueden observar los restos de los mosaicos policromos que decoraban el suelo de las dos estancias que formaban parte del triclinio. Aquí era donde la familia celebraba los banquetes y las reuniones.
Además, también están los restos muy fragmentarios de otras pinturas en las que vemos un Cupido y la figura casi completa de la Musa Terpsícore, con una guirnalda de flores sobre la cabeza y una lira en la mano izquierda. Se trata de la Musa que patrocina la danza y el canto coral, y se da la circunstancia de que precisamente esta lira es la primera representación de un instrumento musical que conservamos en nuestra ciudad.
La Barcino romana
Es indudable que, en conjunto, los restos romanos de Barcino tienen mucha entidad. En el subsuelo de la plaza del Rey (sede del mejor museo de Barcelona, el Museu d’Història de Barcelona) se puede admirar la ubicación de factorías de salazón y garum , de tintorieries, tabernas e instalaciones de vino; en la calle del Paraíso se pueden contemplar las cuatro monumentales columnas del Templo de Augusto y, además, los estudiosos han localizado y analizado varias domus romanas: la de Sant Iu, la del Palacio Arzobispal, la de San Miguel, la del Obispo Cazador, la de San Felipe Neri y la de San Honorato.
Todas estas viviendas son fundamentales para entender cómo se desarrollaba la vida privada de los ciudadanos de la época y cada uno de ellos aporta pistas para descifrar enigmas de las otras.
Con la Domus Avinyó -esta exposición tan pequeña, pero exquisita vez- la ciudad de Barcelona gana un espacio más donde poder reflejarse mirando hacia atrás en el tiempo, donde aprender un poco mejor cómo era la vida privada de los ricos de Barcino.