Si cito a Evangelina Sobredo Galanes, lo más probable es que el nombre no les diga absolutamente nada. Sin embargo, si les hablo de Cecilia algunos de ustedes recordarán a una magnífica cantautora tempranamente fallecida a la edad de 27 años. Supongo que a las generaciones de jóvenes de hoy les resulte desconocida, como tantas otras cuestiones de cultura general. Pues bien, en el Festival de Mallorca, celebrado en abril de 1975, fue presentado un bolero tropical titulado Mi querida España. Su letra, tímidamente censurada, es de enorme belleza y evocadora de sentimientos íntimos de singular hermosura. Hoy la he vuelto a escuchar con atención a sus versos y estrofas, meditando y reflexionando sobre el mensaje cantado. Ésta es la razón por la que me he decidido a escribir el presente artículo con el enunciado de “España está en venta”.
Veo claro el panorama que estamos sufriendo; percibo el sentir y el dolor del pueblo español con meridiana nitidez; asisto preocupado a la deriva de España como nación común de todos; me considero un oyente activo y alarmado ante la testarudez de los datos anunciados. Nada me es indiferente y tampoco soy indolente al castigo y sacrificio de nuestro pueblo. Mi arraigada españolidad, de la que no me avergüenzo en absoluto, no me permiten permanecer impasible y al margen de la tragedia y el drama de millones de personas. Es impúdico, obsceno e insolidario hacerlo.
España, entendida como casa común, está siendo derribada, demolida y destruida, no ya por los efectos de la maldita pandemia del coronavirus, sino por el permanente acoso de los dinamiteros de aquello que representa. La España de los reinos taifas se abre paso descosiendo la unidad nacional en un proceso que parece irreversible. Cada región, cada territorio, cada autonomía, olvida el sentimiento identitario colectivo y se defiende desde su propia singularidad, de manera egoísta e individualista. Como empresa colectiva de destinos compartidos naufraga hacia un abismo oscuro e insondable. Me parece incomprensible, inexplicable y difícil de asumir.
Tres tipos de compatriotas proliferan en nuestro suelo patrio: de una parte los de abierta, explícita y beligerante antiespañolidad, siempre dispuestos a la ofensa y la sedición, a la demolición del régimen disfrutado; por otro lado, un amplio grupo de conciudadanos que se conforman con cabalgar el tigre, es decir, sobrevivir sin pena ni gloria sobre el terreno. Se quejan, lamentan, maldicen, critican, profieren descalificaciones y exhiben quejas, pero sin pasión e ingiriendo enormes dosis de aguantoformo. Transigen, claudican, aceptan y adoptan el derrotismo y el conformismo al más puro estilo nihilista; finalmente, están aquellos que aman a su Patria y son activos, comprometidos, desde la acción, con los valores inspiradores del servicio, lealtad y profundo amor a España. Representan el baluarte y el bastión de resistencia al encono, la vehemencia y la acometida antiespañola. Yo, a título personal, me encuentro entre estos últimos. No me avergüenzo, menos aún me intimida la defensa que procuro a todo aquello que amo, respeto, valoro y considero.
Nuestro ínclito presidente, Pedro Sánchez Pérez- Castejón, ha convertido la Moncloa en una agencia inmobiliaria en la que se vende, arrienda y compran voluntades sin ningún decoro, sin ninguna vergüenza, circunspección y gravedad. No importan los medios empleados para mantener abierto el lucrativo negocio. El fin justifican los medios –decía la ministra de hacienda María Jesús Montero, tan dicharachera ella-, no importa con quién, importa el qué –bramaba jubilosa desde la tribuna parlamentaria-. Así ha sido y así seguirá siendo la forma de proceder en sus delegaciones regionales y provinciales. Las concesiones efectuadas a los bilduetarras certifican la estrategia mercantil del sanchismo comercial instalado en la sede central de Moncloa. En la Comunidad Foral de Navarra, con motivo de la aprobación de los Presupuestos Generales regionales, se ha vuelto a reproducir la política de las mercedes inspirada por el senescal socialista, las carantoñas y acogimiento de lealtades compradas a los acólitos de ETA se han hecho efectivos. Su presidenta, María Victoria Chivite Navascués, se ha lanzado a los brazos de sus pretendientes abertzales. 4.870,5 millones de euros ha sido la cifra pactada. No será la última compra-venta a la que asistiremos. El menudeo al por menor tendrá lugar en ayuntamientos, parlamentos regionales, diputaciones provinciales y cuantos organismos e instituciones requieran la relación adultera. No hay dignidad, orgullo e integridad moral en tan miserable forma de proceder.
España está en venta, se vende a saldo y con rapidez en las operaciones diseñadas para beneficio del peor postor. La fuerza del ejemplo cunde y ya están llamando a la puerta, guardando cola, los secesionistas catalanes; los republicanos bolivarianos; los nacionalistas vascos, catalanes, canarios y gallegos; los antisistemas de aromas libertarios; y los trasnochados nostálgicos de la era stalinista . Todos aspiran a convertir el Reino en ridículas micro repúblicas rupestres de aciago porvenir. Quieren, de manera impositiva y autoritaria, sumir en la tristeza, la desgracia y el sufrimiento a las buenas gentes a las que quieren someter a la dictadura del apartheid ideológico.
¿Progreso? ¿Avance? ¿Justicia? ¿Educación?… Qué infamia y ultraje a la verdad mancillada y pisoteada impúdicamente. En la dialéctica de la progresía el eufemismo encubre el mal gusto, la grosería y la mentira camuflada. Los límites de la degradación del discurso político se han superado, desde hace mucho tiempo, con lo dicho y con lo hecho. No es una simple cuestión de la vulgarización del quehacer político –que también-, es el proxenetismo activo de la anti España que, a cambio de amores vendidos y cariños comprados, profana la integridad y la entereza moral del pueblo español. Sin ninguna perplejidad ni sorpresa, asisto asqueado a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Cosas veredes por mucho tiempo, episodios de ignonimia y ofensas de extrema gravedad contra el honor y la dignidad de los que amamos España serán frecuentes. Mucha legislatura queda por sufrir y son numerosas campañas de castigo diseñadas por las mesnadas mercenarias de Pedro y Pablo que, con chulería y bravuconería, incitan al banderín de enganche corsario.
La amenaza es real, el camino de perdición ya se ha iniciado. España vive anonadada, aletargada y adormecida. No reacciona, se limita a la a lamentarse y a quejarse tímidamente mientras el saqueo ha comenzado. España está siendo ultrajada, humillada, mancillada y expoliada. ¡España despierta!
Doctor en Filosofía y Letras
Licenciado en Historia Antigua e Historia Universal
Diplomado en Teología y Antropología religiosa
Estudios Superiores en Egiptología