¿Por qué vivimos estresados?
¿Por qué vivimos estresados?

Cierra los ojos, respira profundo y recuerda cuando fue la última vez que hiciste algo loco, diferente, que te saliera del alma sin importar lo que pensara la gente que te veía. Mucho tiempo, ¿verdad? ¡Quizás no lo has hecho nunca!  

Si eres de los que no lloran «porque los hombres no lloran», o no ríes a carcajada batiente en un lugar público «porque de orate no te bajan», traes el pecho cargado. Incluso se de quienes no se detienen a oler una flor o simplemente admirar un jardín «por no hacer el ridículo». Esos impulsos naturales reprimidos provocan más estrés que las causas mundanas a las que culpas día a día. 

Ilustración de María Gómez
Ilustración de María Gómez

Prueba, incluso a solas, el poder de un grito desaforado solo para descargar la tensión. O sigue el instinto de abrazar o besar a un ser querido, por el placer natural que te sale del alma, de dar un poco de cariño. Baila solo en una plaza, canta desafinado en medio de una aglomeración.  

Debes aprender que se puede estar solo en medio de una multitud o bien acompañado en tu propia soledad. Para todo hay un momento, uno que no es programado, un «se me da la gana de…» que rompe la rutina, el hastío y sí, ¿por qué no?, alguna que otra regla social. Acepa este consejo, nadie se va a ofrecer para morir por ti, no dejes que intenten hacerte vivir sus vidas. 

Sigue tus instintos sin pensarlo tanto. Cambia tu modo «qué dirá la gente» al de «quiero sentirme pleno». Libéralos de tanta restricción social, moral y religiosa. Que te preocupe el ser, no el tener. Sé tú, sé libre, sé feliz.  

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