Independencia judicial.
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Navegando a través – No nos podemos cargar la independencia judicial con subterfugios como el mantenimiento de los ordenadores.


Ante la noticia que había saltado a los medios de comunicación nuestro viejo marino comentó:

—Tradicionalmente se hablaba de la separación de poderes. Hace ya unos cuantos años que eso es más que dudoso, la política lo ha impregnado todo. La denuncia de los jueces de que la Generalitat está cohartando su independencia y su privacidad es grave, aunque esto ya no sea un hecho aislado.

Nuestra joven profesora comentó:

—Esta es otra paradoja más. Por un lado, se llenan la boca de decir que votar —al margen de la ley— es lo democrático y por otro ignoran principios como son la separación de poderes y que la clave de la democracia está en el Estado de derecho. Además de crear un clima infecto, es una muestra más de que la política no puede llegar a todos los ámbitos de la sociedad.

La situación es muy sibilina, aunque formalmente existe una separación de poderes todos los medios como son las sedes judiciales, su equipamiento y todos los medios dependen de la Generalitat. A partir de ahí, empiezan a ser dependientes. A través de la dotación de medios se puede ejercer mucho control, incluso la paralización de la justicia. A partir de que los sistemas informáticos los aporta la Generalitat, empiezan excluyendo el idioma español y luego para poder seguir trabajando con ese ordenador el juez tiene que dar su conformidad, con la excusa de un «control y seguimiento en el marco de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC)», una forma de decir que pueden acceder a tu ordenador, tus correos, tus procesos…

Sin obviar que, mientras no haya sentencias en firme y públicas, el tratamiento de cualquier trabajo judicial está sometido a la Ley sobre Protección de Datos. De ahí a controlar, hacer el seguimiento sobre los trabajos en determinados procesos hay un paso.

 —Todo esto es una forma más —dijo nuestro marino— de meter las narices en algo que se les ha resistido y que no controlan totalmente. Es otra deslealtad institucional y otra manera de saltarse las leyes. Esta Generalitat, una vez más, demuestra que para ellos todo está subordinado al Procés. La independencia no se puede alcanzar saltándose las leyes y, si los tristes mortales las tenemos que acatar, ellos no pueden estar por encima. El cumplimiento de las leyes alimenta el Estado de derecho y es la única garantía de que todos somos libres e iguales ante la ley y el poder.

Nuestra joven profesora comentó:

—Cuando la Generalitat se salta los principios legales y retuerce la verdad está construyendo inseguridad jurídica y, por mucha propaganda que utilice, está creando una sociedad que lejos de ser libre, es esclava.

Los independentistas están haciendo una sociedad de esclavos. Los que no secundan el Procés están sometidos, vigilados, espiados —como se ha visto con las subvenciones a la asociación que ha espiado a los niños para ver si en las escuelas durante el recreo solo se habla catalán— y se sienten que los excluyen de la sociedad a la que por derecho pertenecen.

También sus fanáticos seguidores son unos esclavos—agregó—. El lavado de cerebro es la ausencia de la libertad.

Nuestro marino con un rictus de amargura y mucha ironía dijo:

—Parece que ahora los estrategas de la Generalitat en la intimidad hablan en alemán para estar en consonancia con los métodos de la «Stasi» la odiada y temida policía de la Alemania oriental. El mar y las olas no resultaban suficientes para acallar nuestra desconfianza y algunos sentimientos ante estos pérfidos gobernantes.

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