La actualidad es como una apisonadora que nos relega cualquier noticia en pocos días, aunque esta sea grave. Hoy queremos evocar este hecho abyecto.


Nuestra amiga, la joven profesora, como docente, comentó cuánto lamentaba el episodio ocurrido en Tarrasa en el colegio Font de L’Alba en el que, supuestamente, la profesora cogió del cuello para sacar de la clase a una alumna de diez años por pintar la bandera española y un ¡Viva España!

El viejo marino comentó:

—No entiendo porqué se ha creado tanto revuelo alrededor del tema. Es más, se ha interpretado mal a Miriam Ferrer, la maestra en cuestión. Lo que no se dice en la noticia es que su enfado no fue porque la niña pintara una bandera española, sino porque su pintura no se ajustaba a lo que determina la Ley 39/1981 de 5 de octubre y la Constitución de 1978 en su artículo 4.1.

Nuestra profesora lo miraba con estupor, no entendía nada de lo que decía.

—Sí, mi querida amiga, esa buena, paciente, tolerante y rigurosa docente vio que la niña —y con 10 años ya es muy mayor para tener esas licencias— pintaba una bandera que no tenía las proporciones adecuadas. Como se sabe la bandera española tiene tres franjas horizontales: roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura. ¡Ahí está el primer problema! en la bandera que pintó la niña la franja amarilla no tenía el doble de las de rojo. Entenderás que, esa dilecta profesora no podía omitir un asunto tan grave. Por eso no se entiende que algunos hayan puesto en cuestión a Miriam Ferrer, una abnegada y tolerante profesora.

En aquel momento no sabíamos si reír o llorar, porque nuestro marino hablaba muy serio.

—Hay otro problema —continuó—, y no menos grave, los colores de la bandera no se ajustaban a lo legalmente establecido: el amarillo no era gualda. Grave error que la profesora no podía pasar por alto. ¿Cómo se puede pensar que es una descerebrada cuando solo quería ajustarse a la legalidad? Por eso, la profesora tiene razón. No se entiende que la quieran sancionar, es más deberían darle un homenaje, una medalla, una mención de honor y un sexenio en la nómina por su acto heroico, patriótico y una demostración de tolerancia y libertad. ¡Es una incomprendida!

Ante hechos como este, en los que te embarga la impotencia, por el atropello, el abuso y la ilegalidad que un hecho así representa solo puedes ironizar y pensar que estamos en el mundo al revés.

¿Cómo se puede llegar a este nivel de degradación y aberración personal, intelectual e ideológico para que un docente, al que se les confía unos niños para su educación y formación actúe de modo tan irracional y sectario?

¿Qué clase de basura ideológica y fanatismo se les está inculcando en sus jóvenes y tiernas mentes?

Este es un espectáculo lamentable, incompresible que tiene muchas derivadas y consideraciones intelectuales, psiquiátricas, políticas y legales; aunque sus jefes, los políticos independentistas, pensaran que ha actuado bien. ¡Todo por el Procés!

Estos independentistas a los que enseguida se les llena la boca llamando «fascistas» a todo aquel que osa contradecirles, tienen que pensar que esos actos son nazismo y dictadura. ¡Pueden sentirse orgullosos del nivel de degradación que han logrado!  

El adoctrinamiento político, excluyente y totalitario nunca debe de entrar en la escuela, ese es un espacio educativo en el que se debe formar en libertad. Cuando se impone un pensamiento totalitario, no hay democracia y eso es adoctrinamiento.

Solo ante esta entelequia y en un mundo al revés se pueden producir este tipo de barbaridades, pero la catadura moral de los dirigentes políticos independentistas que han diseñado esta perversión ideológica solo nos puede producir repulsa.

Hoy nuestro marino estaba enojado y su enfado no lo podía amansar el mar en calma. Mientras miraba al horizonte, nos pareció que sus ojos se humedecían y solo le oímos decir: —¡Viva España!

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