La reciente solicitud del presidente de los empresarios catalanes pidiendo una armonización fiscal en el resto del territorio nacional merece algunos comentarios.
Esta mañana nuestro marino por sus gestos parecía algo confuso, por lo que, después del primer sorbo del café, nos preguntó:
—¿Cómo se puede interpretar que el presidente del Foment pida al presidente Sánchez una subida de impuestos? Esto es un hecho insólito, claro que, con un nacionalista cualquier cosa es posible. Para disimular sus intenciones, como buen político, Sánchez Llibre empezó pidiendo la supresión del impuesto de Patrimonio, pero al mismo tiempo solicitó una armonización de la fiscalidad de las autonomías para «evitar paraísos fiscales dentro del Estado español». ¡Esto es insólito!
La joven profesora quiso templar y comentó:
—Realmente no lo debes interpretar de ese modo, él está pidiendo la supresión de un impuesto en el que todos estamos de acuerdo que debería desaparecer, y lo de la armonización puede interpretarse que pide que se bajen los impuestos.
Nuestro viejo marino la miró con condescendencia, soltó una carcajada y continuó:
—Si la interpretación fuera que pretende que se les reduzcan los impuestos a los catalanes se habría encaminado a la plaza de Sant Jaume a planteárselo a su correligionario Quim Torra, pero parece que esta no es la dirección de sus palabras. Hemos llegado a una enorme paradoja, que solo se puede entender dentro de las incongruencias de la deriva nacionalista en la que vive la sociedad catalana. El mundo al revés ¡Los empresarios pidiendo una subida de impuestos!
Siempre creímos que éstos quieren un escenario en el que los contribuyentes tengan la menor carga impositiva para tener mayor capacidad de ahorro y de compra, con lo que se abren mayores oportunidades de negocio. Por lo que los empresarios siempre han preconizado una sociedad de libre mercado con impuestos bajos para que el dinero esté en mano de los contribuyentes y con ello se pueda fomentar el consumo. Pero parece que esto, que ha venido siendo una norma universal en las naciones desarrolladas, no funciona para Cataluña. Según el presidente del Foment hay que subir los impuestos. Se va al presidente Pedro Sánchez y le pide que fastidie a los contribuyentes para que él pueda tener su mercado cautivo.
Claro que eso de la economía de libre mercado tiene sus inconvenientes, especialmente para algunos empresarios catalanes acostumbrados a tener un entorno acotado, en el que solo pescan los afines, muy lejos de la igualdad de oportunidades, aunque ahora lo quieran enmascarar. Estos especímenes acostumbran a hacer buenos negocios en Cataluña y no buscan la libertad de mercado, ni piensan que las diferentes tasas autonómicas les resten competencia, porque ellos viven en un ecosistema propio; el que en su día denunció Pascual Maragall cuando le dijo en el parlamento a CiU que su problema era el del tres per cent.
Nuestra joven profesora asintió y comentó:
—Es cierto que el presidente del Foment, Josep Sánchez Llibre, ha sido durante décadas diputado por CiU, y que uno de los problemas tradicionales de la patronal catalana ha sido ese «exceso» de intimidad y connivencia entre patronal y nacionalismo, es decir, la política y la empresa, cuando ésta debería ser autónoma y formar parte de esa sociedad civil independiente que tanto se echa de menos en este país.
El marino continuó:
—Por todo esto, son prisioneros de sus ideas nacionalistas, hacen política desde la patronal. Es ridículo e injusto pedir armonización, porque está contrastado que, a menos impuestos, como ocurre en Madrid, hay más negocio. La solución no es subirles a los demás, sino bajarlos en Cataluña. Lo que con desvergüenza pide Sánchez Llibre es que se siga financiando la ineficacia, la mala gestión, los gastos superfluos y la esquizofrénica política independentista, que manejan sus compañeros de partido y poder seguir chupando del tres per cent. Estaría bien, por una vez, que Foment levante la cerviz y le pidan a Quim Torra que reduzca los impuestos a los catalanes.
La profesora comentó:
—Es paradójico ese eufemismo de los «paraísos fiscales» dentro del territorio nacional, es insólito y descabellado. Las empresas no tienen que ser menos competitivas en Cataluña que en otras partes, puesto que el Impuesto sobre Sociedades es estatal y no pagan más que en el resto de España. Los únicos impuestos que son susceptibles de subirse o bajarse son los que tienen tramo autonómico; como son el IRPF (Impuesto de la Renta de las Personas Físicas), en el IS y D (Impuesto de Sucesiones y Donaciones) o el ITP y AJD (Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados).
Nuestro marino tenía algo que decir:
—Habría que hacerles a estos políticos metidos a representantes empresariales si lo que pretenden es que les suban el Impuesto sobre la Renta a los trabajadores, ¿Por qué no preconizan que se lo bajen a los catalanes? Que el tramo autonómico del IRPF la Generalitat lo baje; habrá más dinero y más oportunidades de negocio. Me surgen más preguntas ¿Qué quieren, que siga la injusta doble imposición en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones? Ha habido casos sangrantes de familias que lo han perdido todo por pretender cobrar una herencia, esta es una doble imposición y un impuesto injusto. ¿Por qué no ha pedido Sánchez Llibre su derogación como ha hecho con Patrimonio? Quizás sea porque él está más con los ricos que con las personas humildes. Podríamos hablar de Patrimonio o del ITP y AJD, pero me aburre tanta basura, este presidente del Foment hace de político y quiere esquilmarnos a impuestos. Fue lapidario, nuestro viejo marino apuró el café, nos saludó afectuosamente y se fue a navegar.
Empresario y consultor.