La ignominia secesionista
Soldados de la época de Felipe V

La ignominia que comete el secesionismo catalán adoctrinando en las escuelas y a todo el que quiere escucharles al tergiversar la historia, únicamente beneficia a quien le interesa generar una sociedad de iletrados, adláteres de una causa con caducidad.


La dinastía borbónica, entró en España de la mano de Felipe V, siendo los responsables directos, los políticos catalanes del siglo XVII. Esa es la realidad y no la que se inventa e inculca, debo reconocer, con notorio éxito. Aquellos que tan repetidamente a lo largo de nuestra historia, se proclaman «catalanes antiborbónicos», son los subsidiarios que desde el siglo XVIII, en la Casa Real de España, esté un representante de la Casa Borbón.

Tras la felonía cometida por el entonces presidente de la Generalidad de Cataluña; Pau Claris Casademunt en el año 1640, al prestar vasallaje al Rey de Francia; abandonando el reino de España, según lo acordado en el pacto de Ceret, por el que Cataluña recibiría apoyo militar del reino francés, siendo considerada una república libre, bajo protección francesa.

En el año 1659, se firmó en la Isla de los Faisanes, la cesión de los territorios de; Rosellón, Conflent, Vallespir, parte de la Cerdaña y la boda entre Luis XIV y Mª Teresa de Austria, hija de Felipe IV. Carlos II, hijo de Felipe IV, falleció sin descendencia, dejando testado como heredero al trono, al segundo hijo del Gran Delfín; Felipe, nieto de Mª Teresa, que reinó como Felipe V, primer Rey de la Casa Borbón en España.

La Diada ¿Nacional? de Cataluña

El Parlamento de Cataluña, declaró Fiesta Nacional, en su primera Ley promulgada en el año 1980, el Día Once de septiembre, coincidiendo con la victoria de los Borbones sobre los Austrias. Contrariamente a la razón, lo que celebran entusiastamente es la derrota de la Casa Real, que ellos junto con otras regiones pretendían que reinase en España, la Casa de los Austrias, o lo que es lo mismo, la sucesión del trono, que nunca supuso la secesión del reino.

Las derrotas hay que recordarlas y aprender de ellas para no repetirlas, pero nunca celebrarlas. De aquellos polvos, estos lodos. Así sucedió y así se debe transmitir.

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