Uno de los CDR detenidos tras visualizar las pruebas de sus intenciones terroristas. Terrorismo independentista.
Uno de los CDR detenidos

Las actuaciones policiales y judiciales sobre un grupo de independentistas que estaban elaborando explosivos, además de sorpresa, nos debe hacer reflexionar.


Nuestro viejo marino, mientras sorbía su café, estaba atento a las noticias de la televisión y a los comentarios de algunos políticos independentistas después de la orden de ingreso en prisión de unos jóvenes acusados de presuntos delitos que podrían calificarse como terrorismo.

—Todo esto no deja de sorprenderme. Me sorprende que, a estas alturas, en este país haya gente capaz de pensar que la violencia es un medio adecuado para conseguir un fin político; y también es sorprendente que políticos estén apoyando a supuestos delincuentes.

El ejercicio del terror a lo largo de la historia es más que conocido, aunque siempre había sido un pueblo que se levantaba contra sus dirigentes, pero la novedad es que estas acciones son apoyadas desde las instituciones y el poder.

Medio la joven profesora:

 —A pesar de esa singularidad, esta parece una secuencia ya vivida. Una anomalía en nuestra democracia por la que algunos grupos, ya en democracia, han pretendido conseguir sus fines por la fuerza. Esto que ha sucedido es grave y preocupante, aunque no se pueden hacer comparaciones con los años de plomo de ETA, pero si marca una deriva peligrosa de todo el relato torticero y farsante del independentismo.

Se está viviendo aquello que los expertos denominan como «el síndrome de la burbuja narrativa». Han desarrollado una falacia, un cuento, una mentira y han creado un relato potente y atractivo para su grey para reforzar con él sus creencias. El efecto bola de nieve ha hecho el resto. Ha conseguido convertirlos en fanáticos seguidores de la causa.

El viejo marino subrayó:

—Una masa fanatizada y enfervorecida es muy peligrosa, y muy difícil de controlar. Con esta deriva y con estas acciones que hemos conocido, me surge una pregunta: ¿Cuánto tiempo tardaremos en que haya una víctima?

Los independentistas han intentado vender su patraña de un «pueblo sometido y pacífico», pero estos hechos les rompe el discurso. Quizás de ahí surja ese insólito empeño en negar la evidencia y, una vez más, culpabilizar a las fuerzas del orden y los jueces. Una de las garantías del Estado de derecho está precisamente en saber que las fuerzas del orden y la justicia cumplen con su obligación y hacen su trabajo.

Este uso desmedido de la propaganda y de las mentiras ha favorecido la creación de esa conciencia sectaria y partidista. Esta polarización desemboca en deseos de querer anular a todo aquél que piense de forma diferente. Acaban siendo víctimas de la estulticia y de una visión simplista e infantiloide. Es un extremismo militante y beligerante que puede llegar a ser incontrolable.

—De ahí a que algunos descerebrados decidan pasar a la acción —comentó nuestra amiga—, hay solo un paso. De ahí a que pueda haber una víctima solo media la mala suerte. Claro que seguro que la manipulación mediática independentista se encargaría de presentarlo como una acción más contra el «pueblo sometido» y que la propaganda constitucionalista quiere vender como que los independentistas no son un «ese pueblo pacífico».


Vivimos en un país en el que la capacidad de autogobierno supera a la de cualquiera de las democracias que nos rodean, un país que permite que los partidos independentistas sean legales, cuando en otros serían ilegales —Puigdemont no está en la cárcel porque en Alemania un partido independentista estaría prohibido—, por eso, el relato de «pueblo oprimido», no solo da risa, sino que resulta patético.

Estos jóvenes fanatizados, conectados con Torra y cercanos al poder, también dejan en entredicho lo del «pueblo pacífico».

—No debemos olvidar que aquellos asesinos y terroristas de Terra Lliure siguen estando en las filas del independentismo. Espero que sea una historia que no se repita.

Afirmaba con la cabeza nuestro marino, hasta que exclamó:

—¡Aquí siempre los pájaros disparan a las escopetas! ¡El esperpento se ha convertido en lo cotidiano! Con tristeza miramos al mar y pensamos que no nos queda otro remedio que seguir remando porque navegar a través no es fácil.

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