Las mentiras de base del independentismo han acabado creando a una ciudadanía infantiloide capaz de tragarse cualquier milonga.
Nuestro viejo marino esta mañana se encontraba algo desanimado, se le notaba cansado, y no físicamente porque se le veía jovial y derrochando energía, tras sorber el café, empezó:
—Toda esta negociación de ERC para la constitución del gobierno nacional me tiene muy enfadado, la deslealtad, el chantaje y con escasa visión de futuro y a largo plazo; todo eso me enerva porque se olvida la esencia para la que se vota a unos políticos. No se hace para que ellos vivan de espaldas a los ciudadanos, ni para que disfruten de prebendas, se les vota para que todos, repito todos, los ciudadanos tengamos más oportunidades. Mientras, lo que vemos es que toda esa negociación se centra, una vez más, en su propio ombligo y los ciudadanos quedamos muy lejos de esa ecuación.
Enseguida medió la joven profesora:
—Es cierto que toda la actividad está limitada al independentismo y a una supuesta dictadura centralista, todo apelando a sentimientos e instintos primarios, pero muy lejos de la razón. Sería interesante que, a Puigdemont, Torra, Oriol Junqueras o cualquiera de sus secuaces, recordarles aquello que dijo Albert Einstein, hace ya unos cuantos años, pero que parece tener la máxima actualidad y acrecentada con los populismos en plena efervescencia: «El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad. Si no chocamos contra la razón nunca llegaremos a nada». Ahora mismo necesitamos que choquemos frontalmente con esa razón para que esta tierra tenga la oportunidad de retomar la senda que la hizo ser un territorio fuerte, potente y la punta de lanza nacional.
El viejo marino no iba a desaprovechar las palabras de la joven profesora y comentó:
—Si, es muy fácil caer en la melancolía, echar las culpas de todo a los demás, buscar fantasmas; en lugar de coger las riendas para seguir labrándonos nuestro propio futuro y no abandonarse a las quejas, las manifestaciones o las algaradas. Todo lo que está ocurriendo en los últimos años es infantiloide. No estamos teniendo en cuenta que se está perdiendo mucho «coste de oportunidad»; eso que tan bien explicaba el premio Nobel de Economía, Paul A. Samuelson.
Habría que volvérselo a explicar a la Generalitat y sus dirigentes independentistas; éstos se han dedicado a fabricar tanques, cuando la vocación catalana, industriosa, innovadora y pujante, lo que realmente la hizo grande fue fabricar mantequilla. Dicho de otro modo, no podemos estar tan distraídos, eso supone pérdida de buenas oportunidades de crecimiento y de creación de empleo. No vale dejar toda esa responsabilidad a la iniciativa privada y a los ciudadanos. Los políticos tienen la obligación de centrar su gestión en esa línea de crecimiento y crear condiciones para que se asienten empresas, y de eso parecen haberse olvidado estos dirigentes, hasta convertir este tema en un asunto residual.
Añadió la joven profesora:
—Es cierto que existe una pérdida de «coste de oportunidad» en toda esta deriva. Además, hay que pensar que muchos de esos efectos se ven a largo plazo. Pueden proclamar que, todo eso no es más que propaganda tendenciosa de los no independentistas, y que los efectos han sido mínimos; pero lo que no dicen es que muchas de las consecuencias de estas decisiones no se ven de inmediato, porque de un día para otro no desaparece todo un tejido empresarial y económico que se ha macizado y elaborado durante muchos años, pero tenemos muchos ejemplos a nivel internacional de como malas políticas acaban haciendo un daño irreversible, y no es cierto que, con la república, todo sería diferente, esa Arcadia feliz es una quimera.
Tenemos ejemplos recientes como la Agencia Europea del Medicamento que suponía un buen número de empleos de calidad, además de todo el negocio concurrente, o la caída de Cataluña para instalar una planta de Tesla.
El marino dijo:
—No importa, ya no me compro un coche suyo. ¡Que se fastidie Tesla! ¡Ellos de lo pierden!
Lo miramos atónitos, nos reímos, pero pensamos que no iba descabellado, posiblemente estaba en consonancia con el razonamiento de algunos independentistas. Cada día navegar a través se hace más difícil.
Empresario y consultor.